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miércoles, 26 de junio de 2013

Las islas Perhentian un paraíso con peligro

Tenía muchas ganas de volver a las Perhentian ya que este fue donde me saqué mi título de buceo 10 años atrás en mi primer viaje por el sudeste asiático. El problema cuando vuelves a sitios que te han marcado es que nada sigue igual.


Llegué de madrugada al puerto de Kualabesut después de un viaje nocturno interminable en autobús donde no pude pegar ojo por más que intentara todas y cada una de las posturas posibles. Incluido el propio suelo del autobús.

Mientras esperaba a que llegara el primer ferry de la mañana conocí a Fran y su novia Elisa, una pareja de chilenos encantadores que estaban viviendo en Nueva Zelanda y habían decidido coger unas vacaciones para viajar por el sudeste asiático. Juntos llegamos Pulau Perhentian Kecil, la más pequeña de las dos islas y nos pusimos a buscar alojamiento, enseguida comprobamos que la cosa no iba a resultar nada fácil, resulta que estamos en temporada alta y los precios estaban por las nubes. Tras un par de intentos decidimos dejar a Elisa a cargo de las mochilas y Fran y yo fuimos a buscar un sitio donde poder quedarnos.

Tras un par de intentos encontramos una guest house decente donde poder quedarnos aunque, para que podáis comprobar cómo se las gastan aquí en temporada alta, resulta que los precios los duplicarán durante el fin de semana. Menos mal que me voy el sábado.

Después de instalarnos en nuestras habitaciones pertinentes, decidimos alquilar un tour para hacer snorquling alrededor de la isla. La idea fue estupenda porque no sólo pasamos un día estupendo bañándonos en las aguas cristalinas sino que además pudimos ver tiburones de punta negra nadando cerca del arrecife. ¡¡¡Algo genial!!!





Pulau Perhential Kecil es una isla paradisiaca con playas de arena blanca y aguas cristalinas que tiene dos playas principales una a cada lado. Si bien en el pasado eran playas tranquilas, ahora se han llenado de bares, guest houses y en temporada como alta como era esta, turistas borrachos desplomados pasando la resaca de la noche anterior. Todavía no hemos llegado a los niveles de Tailandia y esperemos que no llegue nunca, pero se puede ver que el germen del turismo insostenible empieza a echar raíces en este lugar. Pero si hay que ser justos también es cierto que se pueden encontrar calas vacías si se alquila algún tour o si se anda un poco por el sendero de la derecha de la playa de coral bay.







Regresamos por la tarde a la playa de nuestro tour y decidí pasarme por las diferentes escuelas de buceo para preguntar precios para mis inversiones de los dos próximos días. Después de preguntar en varios sitios me decidí por spicy divers por lo majete que resultaba su gente, además todos los precios eran iguales en la isla 70myr por inmersión a partir de 4 inmersiones. Con el tema de mi buceo resuelto me volví a reunir con Fran y Elisa para irnos a cenar una barbacoa exquisita a pie de playa por 15myr en la zona de Coral Bay. Cuando terminamos de cenar decidimos volver a la zona de bares de Long Beach para tomar la última y poder despedirnos porque Fran y Elisa se marchaban al día siguiente rumbo a Tailandia.



Por la mañana me desperté con el saludo de Fran y Elisa que habían venido a despedirse antes de partir. Después de un rato zarandeando en la cama decidí levantarme con la ansiedad y la ilusión de saber que me esperaba un gran día de buceo. Aunque si llego a intuir lo que me deparaba, bien que me hubiera quedado en la cama durmiendo todo el día.

Como siempre sucede en casos como este remarcaré que lo que cuento a continuación no se  cuente a mi madre por razones obvias.

Aunque el día se levantó nublado y con poca visibilidad, la inmersión prometía ser una de las más interesantes. Bucear hasta 24 metros para encontrar un pecio sumergido que contenía cantidad de peces interesantes, morenas, barracudas, grandes lucios, peces gatillo. Todo envuelto en unas condiciones de corriente y escasa visibilidad que hacían de la inmersión un reto realmente interesante.

Como siempre antes de saltar al agua comprobamos nuestros equipos y todo parecía correcto. Chaleco, regulador, pesos, bombona, todo perfecto. Bueno todo menos la máscara que, como parecía un poco floja, decidí apretarla un poco. ¡Gran error!  

En cuanto empezamos a bajar pude comprobar que algo no iba bien, mientras descendía por la cuerda hacia la plena oscuridad, mi cabeza empezaba a doler y los ojos parecía que se me iban a salir de sus cuencas. Sin darme cuenta me había apretado demasiado la máscara y entre la oscuridad del sito y la hinchazón de los ojos por la presión de las gafas casi no podía ver a mi instructor.

Después de 10 minutos de inmersión me acordé de equilibrar la presión de las gafas pero el daño ya estaba hecho. Aunque desde aquel momento pude disfrutar de la inmersión y ver todo el pecio, después de 40 minutos en el agua bajo una presión excesiva subí a la superficie pareciendo el doble de Özil. Nada más quitarme la máscara todo el mundo me preguntaba alertado que me pasaba y yo no entendía cuál era el problema. Pero después de varios avisos y verme en el espejo me di cuenta que ya no podría volver a bucear en ese día y quizás en los siguientes. ¡Joder con el Karma!






Tras varias horas con hielo en los ojos e ibuprofeno al día siguiente la hinchazón había bajado pero la segunda fase de la mutación se hacía paso. Mis ojos empezaban a llenarse de sangre y cuál boxeador de los pesos pesados. Tenía que llevar las gafas de sol en todo momento porque en cuanto me las quitaba todo el mundo me miraba como si fuera el macarra borracho que se había peleado la noche anterior. ¿Os podéis imaginar? Con lo tranquilo que soy yo.

Así que como las condiciones seguían sin ser las más adecuadas decidí ese día tomármelo con tranquilidad y actualizar el blog, estudiar un poquito sobre Myanmar, tumbarme a la bartola en la playa y salir con los compañeros de habitación a cenar.



En mi último día en las Perhentian decidí que ya era hora de volver a sumergirme y con toda la ilusión del mundo me acerqué a la escuela de buceo. Sorprendentemente en cuanto llegué me comentaron que había habido otro caso como el mío el día anterior y que después de consultar con la enfermera era mejor que no volviera a bucear hasta que no tuviera los ojos mejor. Ni os podéis imaginar cómo me sentó la noticia. Pero bueno como tampoco podía hacer nada decidí coger el ferry un poco antes de vuelta a Kualabesut para acercarme a ver al médico y que me recetara unas gotas que agilizaran el proceso.




Con la bendición de mi médico y las medicinas pertinentes esperé a que llegara mi autobús que me llevaría a Kuala Lumpur donde pasaría mis últimos días de mi viaje por Malasia con una rápida visita a Malaca. Pero eso será parte de otro post.

2 comentarios:

  1. Ahhhhh!!!! uiiiiii!! que dolor!! Son los ojos de Homer Simpson Arturo!! bueno ahora que sabemos que estás bien y que todo se quedó en una anécdota... no veas que miedo al verte así la cara no??? ai ai ai con el diving, es más peligroso de lo que muchas veces te pintan en las escuelas de buceo pero no deja de ser una experiencia más que recomendable :-)

    Un fuerte abrazo!
    Carlos
    Uncambiodeaires

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    1. Buno todo se pasó y ahora estoy disfrutando de Myanmar aunque el buceo lo he tenido que aparcar por una temporada hasta que se me arreglen los ojos.
      Un saludo y seguir disfrutando de vuestro viaje

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