Seguramente
este sea el post más corto de todos los que escriba en este blog y es que mi
excursión a Koh Chang fue tan rápida y corta que apenas da para unas pocas
líneas.
Después
de pasar unos días vagueando y sin hacer más que preparar mis papeles para el
visado de Indonesia, el día diez me dirigí a la estación de autobuses sur
Bangkok Sai Tai para coger el autobús nocturno que me llevaría a Rangon desde
donde podría coger un ferry hasta la isla de Koh Chang. Para llegar hasta la
estación de autobuses fui hasta la estación de trenes y allí cogí el autobús
40, el 124 y el 507 también llegan hasta Sai Tai. Un consejo para futuros
viajeros ir con bastante tiempo porque la estación está bastante lejos y los
atascos en Bangkok pueden jugarte una mala pasada.
Como
en todos los trayectos de autobús de este viaje, no pude dormir un carajo así y
para colmo no paraba de llover y el autobús llegó a las 5:00am a Ranong con lo
que me tocó esperar en la parada de autobuses hasta que algo abriera.
Sobre
las siete de la mañana abrió la kiwi guest house que está al lado de la parada
de autobuses y pude entrar a desayunar y asearme. Su dueña Jai me comentó que
había dos ferrys a Koh Chang uno a las 9:00am y otro a las 2:30pm pero que al
ser temporada baja sólo funcionaba el de las 2:30pm. Con lo que aproveché
quedarme actualizando el blog en su local.
Cómo
Jai había sido muy amable, me había conseguido alojamiento en la isla y además
me llevaba en coche al puerto decidí comprarle a ella el billete de ferry.
Cuando llegué al puerto me Jai me presentó a su amiga que gestionaba la guest
house donde me iba a quedar en Koh chang que había venido a Rangon para comprar
víveres en el mercado.
Me
monté en el ferry y al cabo de una hora de traqueteo por el mar llegamos a la
isla de Koh Chang. El lugar es un paraíso. Sin electricidad, la isla apenas
tiene turistas y mucho menos en la temporada de lluvias. En esta época del año
los únicos turistas existentes se ven reducidos a un pequeño grupo de no más de
cinco que se dedican a ver los días pasar al más puro estilo tai. Yo tuve la
suerte de conocer en el ferry a Pier uno de estos extranjeros exiliados que
llevaba dos años viviendo en la isla. Pier era francés y sordomudo con lo que
la comunicación os podéis imaginar cómo fue pero lo importante es que quedamos
en que al día siguiente me vendría a recoger para ir a una fiesta de cumpleaños
con el resto de exiliados.
Cuando
llegué al puerto me montaron en una moto junto con el resto de víveres de
enseres comprados esa misma mañana y nos dirigimos a los bungalows Golden Bee
situados a pie de playa al otro lado de la isla. Los bungalows eran muy
sencillos pero estaban limpios y la familia era muy acogedora. Dejé mi mochila
en la habitación y me fui a dar una vuelta a ver que encontraba. La costa es
una gran playa donde se sitúan todas las guest houses que en temporada alta se
llenan de turistas pero que en esta época están desiertas y cerradas.
El tiempo seguía sin ayudar y cada dos por tres caían unas tormentas torrenciales que como no tuvieras cuidado te calaban hasta los huesos. Con
este panorama decidí darle un par de días a la isla para ver si mejoraba el
tiempo y podía disfrutar un poco más de la playa y dame un bañito en el mar.
Dos días han pasado y el tiempo ha continuado siendo muy malo así que a día de
hoy, un día antes de lo esperado, regreso a Bangkok donde me voy a encontrar
con Juanma y las chicas para una última noche de juerga antes de que coja mi vuelo
para Jakarta.
Pero
eso será parte de mi próximo post.
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