El
día 17 de septiembre tocaba volver a ponerse la mochila a la espalda y retomar
el viaje hacia el hemisferio sur y las maravillosas islas de Indonesia. Primera
parada Java y la ciudad de Yogyakarta.
Pasé
mis últimos días en Bangkok con Juanma, Coni y Fernanda y, como dirían estas
últimas, juntos lo pasamos relindo paseando por la ciudad y disfrutando de su
vida nocturna. Juanma y yo incluso volvimos a pegarnos otro homenaje en el
restaurante del Baiyoke sky Hotel donde arrasamos con la barra de shushi.
También
hubo un momento para poder despedirnos de Nate con la que quedamos para cenar y
luego nos llevó de garitos a escuchar música en directo en una noche de lo más
divertida.
Por
fin el martes 17 tocaba movilizarse. Recogí mi mochila, adecenté el
apartamento, dejé las llaves al conserje, me acerqué a desayunar a mi sitio
favorito Foodland un “american breakfast” por 59 baths y, sobre las nueve de la
mañana, me dirigí al aeropuerto internacional de suvarnabhumi donde cogería mi
vuelo de mandala airlines con destino a Yakarta.
Llegué
a la terminal 3 del aeropuerto internacional de Soekarno-Hatta sobre las
3:00pm. Como había leído y me habían comentado que Yakarta no es más que otra
caótica ciudad del sudeste asiático sin mucho encanto, decidí salir de ahí ese
mismo día. Así que, después de recoger mi mochila y sacar dinero del cajero, me
dirigí a la parada de autobuses que se encuentra nada más salir y esperé a que
llegara el autobús Damri que me llevaría hasta la estación de tren de Gambir
30,000IDR.
Durante
el trayecto conocí a una pareja muy maja de alemanes que también eran
buceadores y con los que pude intercambiar mucha información sobre mi futuro
proyecto para realizar mi curso de Dive Master y me informaron sobre un crucero
de buceo de tres o cuatro días que se podía hacer desde la isla de flores a
Lombok pasando por Comodo que desde luego pienso hacer.
Llegué
a la estación de tren sobre las 5:00pm y me acerqué a la oficina de billetes
que hay nada más entrar a mano izquierda. Las dos chiquitas que la atendían
fueron muy simpáticas y me dieron toda la información que necesitaba no sólo de
horarios de trenes sino también de autobuses. Y es que uno de los rasgos que me
han sorprendido de la gente de Indonesia es lo amables y simpáticas que son.
Son una gente estupenda.
Después
de sopesar las diferentes alternativas y tras asegurarme las chicas de la
oficina que las guest houses estarían abiertas para cuando llegara a Yogyakarta
decidí irme en el tren de las 9:00pm que llegaba a Yogyakarta a las 5:00am.
Compré el billete y, como tenía tiempo de sobra, decidí acercarme a la zona
mochilera de Yakarta que está al lado de la estación y buscar un sitio majo
para cenar. Allí estaban Sasha y su novia y me quedé un rato con ellos
charlando hasta que llegó la hora de volver a la estación.
El
viaje en tren fue tranquilo, fui en clase preferente y los asientos eran
cómodos y el vagón tenía aire acondicionado. Aunque si fuera por mi hubiera
preferido los asientos corridos de la India o Tailandia que luego se
transforman en camas de lo más cómodo. Llegué a la estación de Tugu en
Yogyakarta a las 4:300am y, como tantas otras veces en este viaje, tocaba o
dormir un par de horas en la estación hasta que saliera el sol o intentar
buscar alojamiento a esas horas tan intempestivas. Por suerte Yogyakarta es el
campo base para muchos turistas que van a ver los templos de Borabudur y
Prambanan, así que muchos turistas se levantan a horas muy tempranas para poder
ver el amanecer en alguno de estos lugares.
De
tal forma que cargué mi mochila a la espalda y me acerqué a la zona de losmen
baratas. Después de varios intentos fallidos y de algunos precios excesivamente
elevados di con una pequeña losmen sólo 4 habitaciones dobles pero con una
pareja de lo más dulce y agradable que me dejaron la habitación en 70.000IRP.
Sin pensarlo dos veces dejé mis bártulos y me metí en la cama a ver si dormía
una pequeña siesta.
Cuando
me desperté tocaba buscar un sitio para desayunar y reconocer la ciudad en
busca de opciones que ocuparan mi tiempo. No había andado ni tres metros cuando
encontré un restaurante español. Me metí a ver que había y allí me encontré a
una pareja de catalanes super majos Paul productor audiovisual y Alicia
enfermera. Me puse a hablar con ellos y me comentaron que habían alquilado un
tour para ver unas cataratas y unas cuevas poco turísticas con otras dos chicas
españolas. Así que ni corto ni perezoso me agregué al grupo y así fue como
también conocí a Susana de Palma de Mallorca y a Raquel de Madrid, ambas
enfermeras.
Pasamos
el día los cinco de lo más entretenido. En nuestro taxi particular primero
fuimos a unas cuevas donde se escondían los revolucionarios comunistas. La
verdad es que suena mucho mejor de lo que era. Pero lo más divertido vino
después cuando nos acercamos a unas
cascadas cercanas a la cueva donde nos estuvimos bañando toda la mañana
disfrutando como enanos del agua y rodeados de lugareños que nos miraban que
estaban encantados de que estuviéramos allí con ellos.
Después
del río tocaba acercarse a las cuevas de pin dul que era la otra atracción del
día. Se trataba de un recorrido en las cámaras de las ruedas de un camión por
un río que atravesaba unas cuevas de 400-500 metros. La verdad es que en sí las
cuevas no eran nada del otro mundo comparadas con otras que he visto en este
viaje pero el baño fresquito y la diversión que tuvimos merecieron la pena y
eso que todavía queda lo mejor.
Cuando regresábamos a las taquillas a devolver los donuts y el resto del material vimos como un grupo de mujeres estaba tocando música con un instrumento local parecido a un moledor de grano. La verdad es que el ritmo era muy complicado y totalmente diferente al que había escuchado yo en músicas europeas pero las mujeres sabían lo que hacían porque cada una de ellas tenía su propia función en la percusión final.
Cuando regresábamos a las taquillas a devolver los donuts y el resto del material vimos como un grupo de mujeres estaba tocando música con un instrumento local parecido a un moledor de grano. La verdad es que el ritmo era muy complicado y totalmente diferente al que había escuchado yo en músicas europeas pero las mujeres sabían lo que hacían porque cada una de ellas tenía su propia función en la percusión final.
Como
no podía ser menos me tentaron las ganas de saber cómo funcionaba el
instrumento y me puse a tocar y bailar con ellas, cosa que les hizo muchísima
gracia. Todos los del pueblo se acercaban a ver que lo que sucedía y flipaban
con el grupo de extranjeros y especialmente con el blanco que no hacía más que
bailar, percutir y cantar al ritmo de la música. Y todavía lo fliparon mucho
más cuando decidí acercarme a un chavalito que tenía un bafle conectado a su
móvil y le pedí que me dejara poner mi música. Conecté mi móvil y puse a De la
fe y las flores azules y me puse a bailar y cantar con el buen rollito de la
canción “rio por no llorar”. Enseguida apareció un lugareño con un micrófono y
me instó a que cantara en modo karaoke en medio de la calle. Y como no podía
ser menos, from lost to the river. Ahí estaba yo cantando y saludando a los
lugareños que pasaban en sus motos y no salían de su asombro. En fin todo un
show del cuál he decidido no cobrar derechos de autor por vergüenza torera.
Ya
por fin después de divertirnos tomando té, charlando y haciendo el tonto nos
volvimos a montar en el coche y regresamos a Yogyakarta donde nos despedimos
con promesa de volver a encontrarnos ya que al día siguiente ellos marchaban
hacia Bromo mientras que yo me quedaba un día más para ver el maravilloso
templo de Borabudur. Pero eso será parte de mi próximo post
Artutoooo te extrañamos... pasalo lindo en tu viaje... y manda noticias. Me encantó tu blog. Fernanda
ResponderEliminarY yo a vos, espero que lo hayáis pasado genial en la India y nos vemos en Chile
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