Llegué
a Penang el domingo por la tarde después de 4h de autobús dispuesto a comprobar
cuánto había de verdad en la fama de Penang como la capital culinaria de
Malasia.
Como
llegué cerca de la hora de cenar, después de encontrar una guest house donde
dejar mis cosas pregunté en la recepción dónde podía comer bueno, bonito y
barato. El resultado fue un mercado nocturno repleto de puestos con diferentes
especialidades. Uno de esos sitios cargados de aromas, comida y gente donde la
oferta es tan grande que se hace difícil decidir que poder comer. Finalmente me
decidí por un arroz con pollo y salsa de soja, sí sé que no es lo más original
pero por lo menos sabía lo que me estaba metiendo para el cuerpo y no tendría
que preocuparme por mi visita al baño del día siguiente.
Por
la mañana me desperté temprano para recorrer la ciudad. La mejor forma de
hacerlo es conseguir un plano con los circuitos para visitar las obras de arte
urbano que están desperdigadas por todo el centro de la ciudad. Esta idea me
parece genial, no solamente le dan un colorido especial a la lo que de lo
contrario serían frías paredes de cemento, sino que alguno de los ejemplos son
realmente increíbles.
De
mis paseos por Penang me quedé con una sensación agridulce. Por un lado me
encantaron sus obras de arte y algunos de sus edificios calles coloniales, pero
también he de decir que me esperaba un centro de la ciudad más limpio y
peatonal donde se agruparan todos los edificios de la época colonial en lugar
de que estos estuvieran desperdigados entre modernos bloques de hormigón.
Por
la tarde noche me acerqué al barrio hindú de penang “Little india” que al
contrario que el barrio del mismo nombre de Singapur, este me pareció que tenía
más personalidad y ambiente, de hecho me decidí por uno de sus restaurantes
para cenar y la verdad es que el tandori set que me metí para el cuerpo estaba
delicioso.
Pero lo mejor estaba por llegar ya que en mi camino de vuelta a la guest house me paré en una cafetería que me llamó la atención por lo acogedora que parecía se llamaba the mugshot cafe en 302 chulia street. Entré para ver los precios y me encontré con algo totalmente inesperado que me alegró el día. ¡Vendían yogur casero! muchos de vosotros pensaréis que no es nada del otro mundo pero creerme cuando llevas 5 meses sin probar uno y te encuentras con uno tan rico como el que esta tienda vendía se te saltan las lágrimas de felicidad.
Pero lo mejor estaba por llegar ya que en mi camino de vuelta a la guest house me paré en una cafetería que me llamó la atención por lo acogedora que parecía se llamaba the mugshot cafe en 302 chulia street. Entré para ver los precios y me encontré con algo totalmente inesperado que me alegró el día. ¡Vendían yogur casero! muchos de vosotros pensaréis que no es nada del otro mundo pero creerme cuando llevas 5 meses sin probar uno y te encuentras con uno tan rico como el que esta tienda vendía se te saltan las lágrimas de felicidad.
Al
día siguiente decidí que ya había visto demasiado de la ciudad y, dado que
estaba en una isla, me acerqué a la zona de playas donde pude comprobar una de
esas cosas que por más que te las cuenten no te las puedes creer. Resulta que
Penang es un destino ´de playa que recibe a gente del golfo pérsico con lo que
la playa estaba repleta de mujeres y niñas tapadas de los pies a la cabeza con el
chador integral y velo negros bañándose en el mar mientras sus maridos vigilan
desde la playa en sus bañadores último modelo.
Como
las playas no eran nada del otro mundo y el ambiente era más que dudoso decidí
acercarme al hotel Holiday inn y colarme en su piscina para relajarme y pegarme
un chapuzón. Eso es lo bueno de ser occidental en el sudeste asiático, cuando
entras en un hotel todo el mundo asume que eres cliente, con lo que si andas
con paso decidido nadie te preguntará si te alojas ahí o no y podrás disfrutar
de una mañana tranquila bañándote en la piscina.
Después de dos días en la Isla decidí que la comida tampoco me resultaba demasiado atractiva como para quedarme más tiempo y mi siguiente destino tenía mucho más atractivo. Así que compré un billete de autobús para las islas Perhentian donde volvería a bucear después de 10 años. Pero eso será parte del próximo post.
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