Ayer me propuse ver bastante
más de Bangkok, no me parecía correcto pasar de puntillas por esta ciudad así
que nada más levantarme, me pegué una ducha fría y me acerqué al centro para
ver la zona del palacio real.
Lo bueno de viajar sin
planes es que puedes visitar lo que te dé la gana sin tener que arrepentirte de
no haber visto un monumento u otro. Y precisamente eso fue lo que me pasó a mí,
antes de llegar al palacio real y el wat pho, que ya los conocía de viajes
anteriores, me llamó la atención un templo que hay cerca del monumento de a la
democracia. Así que toqué el timbre del autobús y me bajé.
El calor era agobiante, pero
la visita mereció la pena, el templo es el de adkfañdkfa y es un complejo de
varios templos que rodean uno central con 5 alturas impresionante. Además desde
ahí se puede ir andando al templo de oro. Un templo en lo alto de una colina
donde suben los tailandeses a disfrutar de unas vistas impresionantes. Durante
la ascensión los tailandeses hacen sonar las campanas que rodean el templo en
un circuito que termina en un sonoro gong que tocan tres veces.
Luego decidí pasear por la
avenida principal hasta kahosan road para comer algo. Durante el recorrido pasé
cerca de la escuela de arte de Bangkok. Estaba de suerte porque ese día tenían
unas jornadas de puertas abiertas y hacían actividades gratis. Una de ellas
pintar tu retrato. ¡Era una ocasión que no podía desaprovechar!. Siempre he
querido saber cómo queda mi careto en un retrato artístico. Bueno os dejo a
vosotros juzgar.
Particularmente creo que se
parece a mí igual que un huevo una
gallina. Pero el chaval sólo estaba en primero de dibujo.
Tras el desastre pictórico
decidí que tenía que ahogar mis penas en un café mientras esperaba a que se
fuera un poco el calor que me estaba consumiendo vivo. Elegí un local
tranquilito me enchufé a internet y me puse a hablar con mis pupis por
videoconferencia que ya hacía tiempo que no sabía de ellos. La conversación se
alargó, como suele suceder con la familia y sin querer se me hizo de noche.
Tenía que moverme si quería llegar al mercado de las flores y al barrio chino
para cenar.
Pregunté por la zona y me
dijeron que el autobús número 60 era el que necesitaba para llegar al mercado
de las flores y después podría ir andando al barrio chino. De camino a la
parada pasé por el parque que está en frente del palacio real y la escena era
fantástica. Decenas de familias sentadas pasando el día con comentas en el aire
de todos los tipos y colores. Algo increíble.
El autobús se hizo de rogar
pero por fin apareció y en poco tiempo estaba disfrutando de uno de los
mercados más coloridos de Bangkok. Es un barrio entero llego de flores de todos
los tipos y colores. Está abierto de 18 a 3 y la actividad es frenética. La
cantidad de género es brutal. Yo no he visto tantas flores ni de tantos colores
juntas nunca en mi vida. Además el hecho de que sea nocturno le da un toque de
mayor colorido.
Cuando terminé mi visita por
las floridas calles volví a coger otro autobús, esta vez el número 1, y me
planté en el barrio chino. Esta zona por la noche he de decir que es de mis
favoritas de Bangkok. Está llena de neones con caracteres chinos que iluminan
la calle con todo tipo de colores y la gente se apegotona esperando su turno en
los cientos de puestos de comida china.
Para elegir un sitio decidí
mirar donde había más occidentales y les pregunté si la comida estaba buena. El
resultado fue terminar cenando con una pareja de franceses y otra de alemanes
en un puesto donde la comida estaba deliciosa. Aunque poco después me daría
cuenta de que no es oro todo lo que reluce.
Necesitaba volver a casa en
el último tren así que con gran pesar dejé la conversación y me dirigí hacia la
parada de metro. Aunque de camino decidí parar en un mercadillo a comprar unas
uvas que tenían una buena pinta increíble.
Continué con mi comino y de
repente sentí una presión en mi estómago que me avisaba de que un pedete estaba
en camino. O al menos esos pensaba yo. No sé si estáis familiarizados con el
chiste “mama, mama ¿los pedos pesan?....” Efectivamente no fue una ventosidad
de lo que mi cuerpo decidió desprenderse, sino que una terrible diarrea me
atacó por sorpresa sin que yo pudiera hacer nada.
Boquiabierto y con la cara
descolocada miré hacia todas partes para ver si alguien me había visto en
semejante situación. Por suerte era tarde y la calle estaba vacía. Rápidamente
me acerqué a un hotel de lujo que tenía cerca y me refugié en el baño para ver
cuales habían sido los daños. No sabía cuál era el origen de semejante
atropello, la comida china, las uvas, unos pinchos de pollo callejeros que
había ingerido en la comida. El caso es que tenía que apañármelas para volver a
casa con los pantalones hechos un asco pero con mi dignidad intacta, necesitaba
un plan.
Lo primero fue lavarme y
limpiarme. Suerte que en ese momento no entró nadie en el baño. A ver como
explicas tú un culo en pompa delante del lavabo a esas horas de la noche. Luego
darme la vuelta a los pantalones. Lo de atrás adelante y lo de adelante atrás.
Así nadie vería el estropicio. Y por último salir del baño con la cabeza bien
alta y paso decidido hacia el metro.
El trayecto hasta casa se
hizo eterno. Por fin después de una línea de metro entera más un autobús y un
paseo de 10 minutos conseguí llegar a mi destino. Lavé los pantalones a
conciencia, me pegué la ducha del siglo y me metí en la cama pensando que al
día siguiente tenía una larga jornada hasta que llegara a mi primera parada en Filipinas.
Bueno eso si me dejan entrar
en el país porque según parece puede que me toque batallar con el
superintendente de inmigración otra vez. Espero que no me deporten….
Jajajaa!! Guarro!!
ResponderEliminar