Llegué a Bankok el día 8 a
media tarde y nada más aterrizar en el aeropuerto me encontré como en casa. Es
lo que tiene esta ciudad que, sin perder su esencia ni personalidad, hace que
cualquier occidental se sienta como en casa desde el momento que pone un pie en
ella.
Como ya tenía cerrada donde
dormir me dirigí al mostrador para comprar una tarjeta SIM y llamar a Nate que
me indicó que cogiera el metro y me dirigiera al centro. Que bien sienta coger
un transporte público rápido y limpio después de los dos últimos meses de
autobuses locales. Nada más salir del metro Nate me recibió con una sonrisa y
me comentó que era la primera vez que alojaba a alguien y me pedía perdón por
si hacía algo mal. Es una chica super maja y además me ha dejado su apartamento
para mí sólo mientras ella vive con su novio. Es una habitación con baño y una pequeña terracita. Limpio y espacioso.
MI FURGONETAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!
Por la noche volvimos a
quedar para cenar. Nate me llevó cerca del apartamento a uno de esos
mercadillos típicos tailandeses llenos de puestos de comida en la calle. Yo que
estaba deseando comer comida tailandesa después de 1 mes de comida insípida
nepalí, no os puedo describir lo feliz que me sentía. El ambiente de la calle
me encantaba, los olores de los puestos eran deliciosos y encima el precio era
tirado. Comimos los dos un suculento pescado, más verduras, arroz, unas almejas
picantes y bebidas por 8€.
Y lo mejor estaba por
llegar. Después de cenar Nate me llevó de bares por Bangkok, primero a la zona
de nana, que es la zona calentona donde cincuentones se dejan la pasta en
locales llenos de mujeres de la noche y “lady boys”. La verdad es que el
ambiente es patético. Nate se dio cuenta de que este no era mi estilo de noche
y rápidamente nos fuimos a un bar de una amigo suyo que es mucho más tranquilo y
donde tocan música en directo. El bar estaba genial, un ambiente acogedor, sólo
tailandeses y una banda de música que sonaba a las mil maravillas. Y no eran
los típicos temas actuales de otros bares modernitos, sino que eran temas
clásicos cantados por 2 chicas y 1 chico con vozarrones acompañados de
guitarra, bajo, batería, saxo, trompeta y trombón. Vamos un espectáculo como
dios manda.
Al día siguiente me desperté
tarde. Es lo que tiene tener un apartamento para ti sólo. Lavé la ropa interior
y la camiseta del día anterior. He decidido que me sale más rentable gastar
unos minutos al día en lavar poca ropa que pegarme una paliza cuando ya no me
queda más que ponerme. Y me dispuse a resolver cosillas pendientes, entre ellas
comprar un billete de avión a filipinas antes de que se acabe el mes de marzo
que es la época de los tiburones ballena.
La tarea no fue fácil, me
tiré toda la mañana y parte de la tarde comparando vuelos, buscando líneas aéreas
de bajo coste, averiguando aeropuertos y conexiones para la ruta que quería
hacer y por fin, después de medio día de quebraderos de cabeza, finalmente
compre un billete Bangkok-Clark en la isla de Luzón. El precio fue barato 80€
la aventura sería como desplazarme de Clark hasta Baguio que era mi próximo
destino a la 1:30 de la mañana que era cuando llega mi vuelo. Pero bueno eso ya
lo escribiré en otro post.
Una vez comprado el billete me acerqué por Kaosan Road que es la zona de los mochileros para darme un masaje y ver el ambiente. Las cosas han cambiado muchísimo. Como todo en Tailandia un año no tiene nada que ver con el anterior. Kaosan sigue teniendo mucho ambiente y está llena de puestos de zumo, crepes y sillones para que te den un masaje, pero bajo mi punto de vista ha perdido ese ambiente cutrecillo y mochilero que tenía hace 10 años. Ahora todo está más limpio y bien decorado y en ese sentido el soi de rambuttri, pocos metros de Kaosan, tiene mejores locales.
Después de pasear y tomarme
una de las famosísimas crepes de chocolate con plátano decidí que era tiempo de
un masaje. Para ello me salí de la zona turística y camino de casa me encontré con
una tienda de masajes. Como vi que las que se lo estaban dando eran tailandesas
creí que esa era una buena confirmación de que el sitio debía ser bueno. Vi que
como siempre el precio era un chollo, 5€ 1h, así que me decidí a entrar y
preguntar por un masaje. Mi gran problema fue ellas no hablaban inglés y yo
tampoco tailandés. Con lo que en lugar de darme un masaje relajante con aceite
y manos delicadas, terminé dándome un rudo y típico masaje tailandés que, si
alguno lo ha probado ya, sabrá perfectamente que consiste en estirarte los
músculos hasta que parece que los miembros se te van a romper. Así que con el
cuerpo magullado y dolorido decidí que ya iba siendo hora de volver a casa y
dormir hasta el día siguiente.
Tu problema en inmigración se habría resuelto con un sencillo "Soy colega de Bárcenas, y aquí tengo tu sobre, viejo amigo", pero eso es algo que entenderás cuando vuelvas a España. O no porque será prehistoria. Y tómate otro crepe a nuestra salud. Sigue escribiendo; por aquí nada cambia. Te queremos, y te echamos de menos. Mamen y Javier.
ResponderEliminarSois grandes de verdad. Os quiero mucho y la crepe que me tomé os la dedico enteramente a vosotros 3.
EliminarUn abrazo enorme y un besote bien gordo
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