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lunes, 24 de noviembre de 2014

De Madrid a La Paz con parada en Miami

Después de un tiempo en el banquillo sin poder viajar, por fin el 14 de diciembre me cargo de nuevo la mochila para recorrer esta vez Suramérica en compañía de Susana. Primer destino La Paz (Bolivia).



Pero antes de llegar a mi destino final me tocaba un largo viaje en avión con parada en Miami. Era la única opción barata y además me permitiría pisar suelo americano por primera vez, que eso también le daba algo de gracia. La historia del billete tiene algo de interés para aquellos que tengan intención de ir a Suramérica puesto que, para entrar en cualquier país por avión es necesario tener billete de vuelta. O al menos eso me insistieron en todas las líneas aéreas y agencias que pregunté. Con lo que hoy en día conviene buscar una buena oferta antes que lanzarse a la aventura y que te den con la puerta en las narices antes de salir de tu propio país.

Lances a parte, después de unas 8h de vuelo con Air América, compañía que deja bastante que desear por aviones pequeños y cutres, aterricé en el aeropuerto de Miami. Tras pasar mi primer chequeo del visado ESTA con una maquinita, ya sabemos que está de moda esto del self-checking para todo, guardé cola para llegar a que me sellará mi pasaporte un oficial americano de inmigración. La verdad es que después de las historias que me habían contado y según aparece en las películas, me imaginaba algo bastante más historiado pero, después de las preguntas de rigor, un sellito y…listo ya estoy habilitado para pasearme por los USA como un turista más.

 

Como tenía tiempo de sobra hasta las 12:00 de la noche que salía mi conexión con La Paz, decidí acercarme a Miami Beach a disfrutar un ratito del mar, mojarme los pies y caminar un poco por ocean road. Lo primero que me sorprendió al empezar a preguntar es que en Miami el inglés es secundario. Allí todo el mundo, o casi todo el mundo habla español. Es divertido ver como tu lengua es hablada por tantos millones de personas. El caso es que todo el mundo fue muy amable y me indicaron donde tenía que coger el autobús 150 por 5,90$ para llegar a Miami beach. Una vez por allí paseíto por la playa, mojar los pies en el mar y cenar en una hamburguesería de ocean road, que no fue esta de la foto porque allí las hamburguesas eran de 15$ y en el burguer de enfrente 7,5$ el menú completo.










Una vez terminado mi pequeña escapada por la ciudad, donde me sorprendió el buen rollo que se respira y lo amable que era todo el mundo con quien te cruzabas, tocaba regresar al aeropuerto para coger otro avión que me llevaría a mi destino final en La Paz, Bolivia. Después de 6h en el segundo avión y 30h de total de viaje aterricé en el aeropuerto de La Paz donde me estaba esperando la pobre Susana que había llegado de madrugada y se quedó a esperarme hasta que yo aterrizara sobre las 7:30 de la mañana hora local. Había que vernos las caras, éramos un cuadro cubista de Picasso. Pero que bien que sienta que te den un abrazo después de 30 horas de infierno de American Airlines.


Con las mochilas a la espalda salimos del aeropuerto y nos acercamos al microbús que te lleva hasta el centro de la ciudad (3,8 b.) donde un amigo nos había reservado un hostal. La primera sensación de la paz es impresionante. Millones de casas de ladrillo que parece peleen hasta el último centímetro de terreno encajadas dentro de un valle a 3.800m de altura.

Poco a poco nos íbamos acostumbrando a nuestro nuevo destino. Susana batallaba con el mal de altura mientras que yo notaba como la contaminación inundaba mis pulmones. Dejamos nuestras mochilas en la habitación del hostal y nos fuimos a recorrer la ciudad. La paz no es que sea muy vistosa pero por tiene algún que otro rincón interesante por el centro de la ciudad y está salpicada de puestecitos donde mujeres, que todavía llevan los trajes tradicionales, venden todo tipo de frutas, empanadas o cualquier otro tipo de artículo de mercadillo. Como ese día no teníamos muchas fuerzas y nos costaba aclimatarnos a la altura.















Al día siguiente decidimos cambiarnos de hostal porque, aunque agradecíamos mucho el favor que nuestro amigo Karl nos había hecho reservándonos una noche, nuestro presupuesto era mucho más reducido así que encontramos el hostal Adventure brew hostel por (48 b.). Una vez acomodados en el hostal fuimos a reunirnos con Karl y comer unas riquísimas salteñas (empanadas rellenas de carne y caldo típicas de Bolivia)


Más tarde tocaba despedirnos de la ciudad observando  las fantásticas vistas que ofrece el recorrido en teleférico y recorriendo el mercado 16 de julio que se celebraba sólo los jueves y domingos en lo alto de la ciudad.






ya que al día siguiente  cogeríamos un autobús que nos llevaría al lago Titi caca y la isla del sol. Pero eso será parte de mi siguiente post.

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