Cuando
llegamos a la estación de autobuses de largo recorrido de Luang Nan Tha ya eran
las nueve de la noche y todo estaba oscuro. Además la estación de autobuses de
larga distancia estaba a 10km del pueblo con lo que se hacía necesario coger un
tuk-tuk para que te llevaran al centro de la ciudad. El problema era que a esas
horas de la noche los conductores de los tuk-tuk no estaban muy por la labor de
moverse y llevar a dos turistas solitarios hasta su guest house con lo que se
columpiaban inflando el precio del billete por persona de manera ridícula.
Así
pues Rosa y yo decidimos no doblegarnos ante el chantaje y, como se suele hacer
en estos casos, cargar con las mochilas y empezar a andar haciendo dedo para
ver si teníamos la suerte de que alguien nos pudiera parar. El problema era que
a esas horas de la noche sólo pasaban motos solitarias y los conductores no
sabían inglés y por lo que no paraban a averiguar cuál era nuestro problema.
Ya
empezábamos a pensar que salir caminando de la estación no había sido una buena
idea cuando apareció un joven montado en su moto que se nos puso a hablar en
inglés y nos ofreció llamar a un amigo suyo para que viniera con su moto y nos
pudieran llevar a los dos a la ciudad. Nosotros nos pusimos contentísimos de
encontrar gente tan maja y dispuesta a ayudar pero cuando llegamos a nuestro destino
aparecieron los problemas. Resulta que el joven tan majo que se ofreció a llevarnos
quería cobrar por el viaje el mismo dinero que nos habían pedido por el viaje
en tuk-tuk. Evidentemente no aceptamos y tras una breve negociación accedimos a
darles 40000 kips y quedarnos con el amargo sabor de boca de nuestra primera
toma de contacto con la gente del lugar.
Tras
nuestro pequeño primer tropezón anduvimos un rato buscando alojamiento y
enseguida encontramos una habitación grande y limpia por 50000 en una guest
house que además tenía restaurante. Así que sin pensárnoslo mucho dejamos nuestras
mochilas y nos acercamos a cenar un delicioso arroz frito con verduras y pollo
antes de meternos en la cama para descansar después de un largo día de viaje
desde Chiang Rai.
Al
día siguiente nos levantamos temprano y lo primero fue cambiarno de guest house
ya que en la que habíamos dormido nos cerraron las puertas a las 10:00 de la
noche y no nos dejaron salir a dar una vuelta. Luego de hacer el chek in nos
metimos un excelente desayuno en el que sería nuestro restaurante de referencia
durante todo el tiempo que estuvimos en Luang Nan Tha, cambiamos dinero en el
banco local y nos decantamos por alquilar una moto para dar una vuelta en
dirección al pueblo de Muang Sing cerca de la frontera con China. La excursión
fue una pasada, la moto nos daba la libertad de ir a nuestro ritmo, disfrutar
del paisaje y parar en los pueblecitos de que había de camino a divertirnos
bañándonos en el río con los niños.
Nuestra nueva guest house
A
media tarde llegamos a Muang Sing y nos sentamos en un bar local mirando a los
preciosos arrozales verdes, pedimos una cervecita, nos preparamos nuestros
bocatas de embutido español que nos supieron a gloria y nos tiramos a descansar.
Sobre
las cuatro de la tarde decidimos que iba siendo hora de volver si no queríamos
que nos pillara la noche. En el camino de vuelta paramos a ver una catarata muy
chula, pero lo mejor de todo fue cuando paramos en un pueblo que estaban de fiestas
y tenían montada una algarabía bien gorda. Todo el mundo estaba totalmente borracho
así que cuando nos vieron aparecer no dudaron en sacarnos a bailar y enseñarnos
sus mejores movimientos. ¡Estuvo genial! Pero como todo lo bueno se acaba y
sinceramente la gente borracha llega un momento que se pone muy pesada, después de unos bailes volvimos a Luang Nan
Tha para cenar en el pequeño mercado nocturno una sopa y uno rollitos de
primavera.
Al
día siguiente nos levantamos sin prisa y bajamos a desayunar a nuestro
restaurante favorito. Después de meternos nuestra tortilla francesa con cebolla
y tomate, bacon, una baguete y un café con leche por sólo 2,5€ decidimos que
ese día nos íbamos a alquilar una bici y visitar los alrededores de Luan Nan
Tha.
La
ciudad es encantadora, con un ambiente sencillo y tranquilo que invita a descansar
y dejarse olvidarse de los problemas. Además es un sitio genial para alquilar
una bici porque está rodeada por arrozales que en época de lluvias dibujan unos
colores verdes realmente preciosos mientras que en el horizonte se ven las
montañas del parque nacional. El día fue una pasada con las bicis mientras,
visitábamos los templos cercanos, parábamos a hacernos fotos y disfrutábamos
del paisaje. A media mañana, cuando apretaba un poco más el sol, paramos en un
bar local con excelentes vistas sobre los arrozales a tomarnos unas cervezas y
arreglar el mundo.
De
vuelta a Luan Nan Tha nos pasamos por las diferentes agencias para ver que
podíamos hacer con los dos días que teníamos pensado quedarnos. Después de ver
varias agencias, contrastar presupuestos y regatear precios nos decidimos por
una que nos ofrecía un trekking por la selva más una noche en un pueblo local.
Con
nuestros deberes hechos nos fuimos a nuestro restaurante favorito donde nos
recibían ya con una sonrisa de oreja a oreja, disfrutamos de una cena estupenda
y después nos fuimos a descansar porque íbamos a necesitar fuerzas para
aguantar el trekking por la selva de Luan Nan Tha. Pero eso será parte de mi
próximo post.
Muy bueno todooo !!! Ahora estoy en Chaing Rai, decido en dos días voy para alla, :) Saludosss
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