Llegamos
al muelle de Thong Sala a las 10:00 AM bajo un cielo azul y las vistas eran más
que prometedoras. Playas de arenas blancas, aguas turquesa y cocoteros.
Diana
aunque había podido dormir una media hora en el trayecto del ferry juraría que
había menguado un par de centímetros y su cara no era aceptada ni en las
exposiciones de arte contemporáneo. Pero aun así se mantenía firme hasta el
final.
Nada
más salir por la puerta del embarcadero como suele suceder en estos casos nos
vimos rodeados por taxistas ofreciéndose para llevarnos a nuestro destino
final. Después de regatear lo justo decidimos subirnos a un sawngthaews y
pagamos 150 baths, precio oficial de turista, porque nos llevara hasta Hat Khom
en el extremo noreste de la isla donde Matías y Charline, mis amigos franceses
que conocí en Myanmar, nos habían reservado un Bungaló en la playita.
Llegamos
a media mañana a nuestro destino final Hat Khom Bungalows, un rincón súper
tranquilo en una playita con unos cuantos bungalows y un restaurante a pie de
playa. Dejamos nuestras mochilas en la habitación y nos fuimos a la playa para
descansar del viaje tomando un poquito el sol y relajándonos escuchando el
ritmo del mar. Cuando Diana vio la playa decidió que, dadas las circunstancias
y lo bonito del lugar, no iba a dormir hasta que fuera de noche. Yo ya no sabía
si aplaudir su tenacidad o preocuparme por su salud y estado físico.
Y, en medio de este trascendental dilema, levanté mi mirada y no me podía creer a quién tenía ante mis ojos. ¡Mi prima Paula! Realmente el mundo es un moco, yo sabía que mi prima estaba de vacaciones con su novio en Tailandia pero no creía que pudiera tener la suerte de encontrármela y mucho menos en el punto más remoto de una isla justo cuando salgo de mi bungaló por primera vez para pisar la playa. Después de pasar el shock nos pusimos al día de nuestros viajes y decidimos quedar para tomar algo a la hora de comer en el restaurante.
Diana
y yo pasamos el resto del día tranquilos y relajados en la playa hasta que
llegaron Charline y Matias que ilusión e hizo volverles a ver, ellos llevaban viviendo
en Koh Phangan casi un mes en una casa que se habían alquilado. También nos
presentaron a Juliaadkfa otro chico francés que vivía en nuestros mismos bungalós
y que llevaba un año viajando en moto por Tailandia.
La
situación era genial, después de casi siete meses viajando me encontraba en un
lugar maravilloso con gente realmente especial. Me sentía súper feliz.
Ya
por la tarde mi prima se fueron a la zona de la isla donde estaban alojados y
con Matías y Charline quedamos para acercarnos a su casa al día siguiente a
hacer una cena a la europea. Mientras tanto Diana y yo cenamos en el
restaurante de la playa y luego nos fuimos a tomar la última cerveza al coral
bay bar al final de la playa donde había un ambiente tan bueno que incluso un
cerdo salvaje le gustaba visitar el bar para quedarse relajado durmiendo debajo
de un banco del bar. Pero ya sí que después de media hora Diana sucumbió al
cansancio y nos fuimos a dormir.
Al
día siguiente nos despertamos y fuimos a disfrutar de un magnífico desayuno de
café con crepe de Nutela mirando al mar mientras esperábamos a que vinieran
Matías y Christine para irnos de excursión en moto por la isla. Estuvimos toda
la mañana recorriendo la costa noroeste de la isla parando en Ao Ha Thong Lang
para pegarnos u baño y disfrutar de su maravillosa playa.
Ya
por la tarde nos acercamos fuimos todos a casa de Matías y Christine a para
preparar nuestra cena española consistente en tortilla de patata, ensaladita, pan
con tomate y aceite, embutido español y tabla de quesos franceses.
Cuando
llegamos añkfjñksd ya estaba allí que también se iba a unir a la fiesta, Matías
y yo nos fuimos a comprar los ingredientes así como una sartén para poder hacer
la tortilla. Luego Diana y yo nos pusimos manos a la obra para preparar la cena
mientras que el resto de la tropa esperaba en el porche de la casa. La velada
fue increíble, yo me lo pasé genial primero compartiendo el momento de la
cocina con Diana y luego disfrutando de la cena con mi nuevo grupo de amigos y
como colofón al final de la cena rememoramos viejos tiempos en Myanmar y nos
pintamos la cara con tanaka, sacamos la guitarra y nos pusimos a cantar.
Al
día siguiente el día amaneció nublado y, como ya llevábamos varios días en
nuestra playa de Hat Khom decidimos ir en búsqueda de una pequeña cala cercana
a la que se accedía tras una excursión de 1h por un pequeño sendero entre la
selva. El único problema fue que en mitad de la caminata empezó a caernos el
diluvio universal y, como ninguno de nosotros estaba equipado para una travesía
bajo lluvia torrencial tuvimos que darnos la vuelta y regresar por donde
volvimos y planificar nuestro día por otro lado. Por suerte el mal tiempo sólo
duro la mañana y por la tarde pudimos disfrutar de la playita.
En
el penúltimo día en la isla decidimos quedar con Matías y Charline para
acercarnos con las motos a la playa de Hat Than Sadet en el otro extremo de la
isla. La excursión en moto fue bastante dura porque a mitad de trayecto la
carretera se convirtió en un camino de barro resbaladizo y lleno de empinadas
cuestas pero el resultado bien que mereció la pena. Una cala encantadora con un
chiringuito para poder sentarnos a tomarnos un bocadillo de lomo con una
cervecita.
A la vuelta de la playa pasamos paramos un momento a ver las cataratas de Nam Thok Than Sadet que sinceramente no eran más que un pequeño riachuelo entre las montañas pero que nos sirvió para sacarnos unas fotos bastante chulas.
Para
nuestro último día en la isla Dina y yo decidimos pasar todo el día recorriendo
en moto todo el norte de la isla hasta llegar hasta Thong Sala parando en
aquellas playas y calitas que nos apetecía para descansar y tomarnos una
cerveza o pegarnos un baño. Después de comer en Thon Sala cogimos la moto y nos
acercamos a la reserva de Nam Tok Phaeng pero cuando llegamos el lugar ya
estaba cerrado aunque le sacamos jugo a la situación y nos quedarnos jugando
con un elefante que tenían a las afueras del parque.
Como
colofón al caer la noche nos fuimos a cenar a uno de los típicos restaurantes
de pescado de Chalok Lam para saborear un estupendo “red snaper” cocinado en un
papillote a la barbacoa con verduras, piña y salsa de ostras. Fue un día
estupendo.
El
día tres de agosto era el día que teníamos que regresar a Bangkok ya que Diana
volaba a España al día siguiente por la noche. Nos levantamos temprano para
organizar las mochilas y tras un último desayuno mirando al mar cogimos el taxi
hasta el puerto de Thong Sala allí embarcamos en el ferry que nos llevaría
hasta Chumpong donde pudimos cenar y descansar un rato en la estación de tren
mientras esperábamos a que llegara el servicio de coche cama que nos llevaría a
Bangkok.
Al
día siguiente llegamos a nuestro destino sobre las 6:30 de la mañana y, como el
tren no era lo que se dice lo más cómodo para dormir, decidimos acercarnos al
apartamento a dejar las cosas y descansar. Cuando nos despertamos todavía
quedaban unas horas hasta que Diana tuviera que coger el vuelo así que
decidimos aprovechar el día y, dado que estábamos en fin de semana, nos
acercamos al mercado de Chatuchak.
Terminamos
con el mercado sobre las cinco de la tarde y Diana ya tenía que encaminarse
hacia el aeropuerto así que nos acercamos al apartamento a recoger su mochila y
fuimos hasta el skytrain donde nos despedimos y dijimos adiós.
Muchas
gracias Diana por a una de las mejores semanas de vacaciones que he vivido un
beso enorme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario