Por falta de cámara de fotos o móvil he
tenido que buscar imágenes en internet para completar este post.
Que
Singapur es una ciudad diferente se nota desde el momento en el que pones el
pie en el mismo aeropuerto. Todo tipo de lujos y servicios para el viajero como
sillones de masaje, teléfonos para llamadas locales o duchas totalmente
gratuitos hacen de este aeropuerto el mejor del mundo. Y es que de eso es
Singapur una ciudad que quiere ser la mejor en todo.
Yo aterricé a las once y media de la mañana del jueves 13 de julio después de una hora y media de vuelo desde Kuchin en la vecina isla de Borneo. Cuando aterricé enseguida me puse en contacto con la persona que me iba a alojar en su casa a través de couchsurfing, recogí mi maleta y me dirigí al monorraíl que me llevaría hasta la parada de metro del aeropuerto.
Esta vez había tenido suerte y la persona que me alojaba tenía un apartamento muy chulo y bien situado cerca del centro así que, tras dejar mis cosas en mi habitación, salí a pasear por las calles de la gran urbe.
Desde el primer momento Singapur te sorprende por su limpieza, rectitud y modernidad. Muchos viajeros argumentan que es una ciudad demasiado moderna y que por esa razón no es tan “auténtica” como otras zonas del sudeste asiático. Bueno yo he de decir que a mi Singapur me encanta y me parece una ciudad perfecta para vivir y trabajar. Y no debo ser el único cuando por sus calles se ven miles y miles de extranjeros corriendo a sus trabajos en el barrio financiero de la bahía de Singapur.
Estuve paseando toda la mañana por el barrio financiero y la bahía con sus enormes rascacielos entre los que destacan el hotel de Marina bay. Un complejo de tres torres acristaladas unidas en su cúspide por un puente en forma de barco donde se encuentra la piscina, la terraza, un restaurante y un bar de copas.
Seguí
mi ruta hacia el parque de Fort Canning donde por el camino pude comprobar como
la ciudad mezcla de manera exquisita los edificios modernos con reliquias de
tiempos coloniales como pueden ser el parlamento, el museo las civilizaciones asiáticas, los puentes de Elgin o el de Cavalgan sobre el río de singapur o el edificio fullerton. El parque de fort Canning alberga un maravilloso edificio colonial y pasear por sus
jardines fue un verdadero descanso de las altas temperaturas y humedad del
medio día.
Tras
el breve paseo por los jardines del parque de Fort Canning caminé hasta el barrio
chino. Un entramado de calles más estrechas y casas bajas de colores de estilo
colonial que es una delicia. Mientras que muchos de los barrios chinos de otras
ciudades se limitan a una calle sucia con miles de restaurantes de comida
china, el barrio chino de Singapur es un verdadero barrio más grande, limpio y
aseado formado por pequeñas casas bajas coloniales pintadas con diferentes
colores que le dan un aspecto jovial y colorido. Escondido entre sus calles se
encuentra el colorido templo hindú deSri mariamman y el templo del diente de Buda
que alberga además de una supuesta reliquia de uno de sus dientes una sala con
las cien estatuas de buda esculpidas a mano.
La
visita al barrio chino me dejó un excelente sabor de boca, a pesar de que el
templo hindú y el templo de thian hock keng estaban en obras y no los pude ver en todo
su esplendor, el resto de sus calles, bares, restaurantes y ambiente colonial
me pareció algo encantador.
Mi
siguiente parada fue la zona de boat quay de nuevo un pequeño barrio de casas
bajas situado a lo largo del río en frente del museo del antiguo parlamento. Esta zona
está llega de bares y es una de las principales zonas de marcha de la ciudad
durante los fines de semana y un animado lugar de almuerzo durante los días de
diario. Las vistas de la ciudad sobre el río no eran tan espectaculares como
las que ofrece la bahía pero fue un sitio muy relajado donde poder descansar
las piernas y hacer tiempo hasta que llegara la hora de quedar con mi amiga Su
Ling para ir a cenar.
Quedé
con Su Ling por la tarde sobre las 6:30 y nos fuimos a cenar a la zona de la
bahía y a ver las vistas desde la terraza del hotel “marina bay” Para acceder a
esa zona es necesario vestir adecuadamente y, como podéis imaginar mi bañador,
chanclas y camiseta roída no eran lo más apropiado, pero como suele suceder en
estos grandes hoteles, no todos los ascensores están vigilados y una vez
encontrado el que estaba libre pudimos subir a disfrutar de las vistas que
ofrecía la ciudad. Simplemente increíble, a un lado un mar de luces coronado
por las grandes torres del barrio financiero y al otro el nuevo parque
artificial y el magnífico puerto de la ciudad rodeado de miles de
trasatlánticos.
Al
día siguiente me levanté dispuesto a visitar el resto de la ciudad que me
quedaba por ver. La primera parada fue Little India, el barrio indio de
Singapur. Distribuido de la misma forma que el barrio chino he de decir que no
me impresionó tanto. No obstante he de decir en su defensa que parece ser que
es durante los fines de semana cuando se abarrota de indios y gente dándole el
verdadero espíritu.
No
pasé mucho tiempo recorriendo las calles de Little India y tras una breve
parada para un refrigerio me acerqué de nuevo al barrio financiero donde había
quedado con Elizabeth una chica americana que había conocido en la guest house
de kuchin que vivía y trabajaba en Singapur. Juntos nos acercamos al barrio
árabe situado cerca de la estación de autobuses de largo recorrido. Este barrio
es otra pequeña maravilla dentro de la gran ciudad de cristal y rascacielos. El
centro del barrio está dominado por la mezquita de Malabar Muslim Jama-ath y sus calles
están llenas de pequeñas casas de colores de estilo colonial que albergan miles
de tiendas, bares y restaurantes de todo tipo. Se respira un ambiente relajado
y bohemio y es una gozada sentarse a tomar algo mientras escucha música en
directo.
Por
la noche me volví a reunir con Su ling y junto con mi compañero de piso nos
fuimos a la zona del este de la Isla para cenar deliciosa comida tradicional en
uno de los mercados locales.
Mi
último día lo pasé enteramente con mi compañero de piso Trevor que me llevó a
desayunar primero unos laksa, fideos chinos con gambas y leche de coco súper
ricos. Luego fuimos a la isla de sentosa, que se ha convertido en el centro
turístico local con campos de golf, playas de arena importada, la Warner y el
acuario más grande del planeta. Esta última atracción la visitamos y puedo
afirmar que es algo que os podéis ahorrar.
En
fín he pasado 3 días en Singapur y creo que podía haber pasado perfectamente
una semana disfrutando de esa ciudad. Peor kuala Lumpur y mi amiga Yee Pheng me
esperaban para irnos juntos a las Cameron Highlands pero eso será tema para el
siguiente post.
singapur, me gusta!
ResponderEliminara seguir disfrutando :))
gracias chiqui por seguir el blog. Un beso enorme y disfruta tu también
EliminarAcabo de ponerme al dia, llevaba algo de retraso, tengo mucho curro y ya solo puedo leerte en casa. Me encantan tus aventuras! Disfrútalas mucho. Te echamos de menos. Muchos besos.
ResponderEliminarNo te preocupes mamen yo también llevo un pelín de retraso escribiendo. Me quedan las mejores aventuras por contar y me alegra ver que os gusta seguirlas.
EliminarUn beso enorme