Ya
dese Rishikesh no dejaba de escuchar comentarios y recomendaciones para ir al Kumbh
Mela. Todo el mundo decía que era algo espectacular, que era único que no podía
irme de la india sin verlo. Las recomendaciones se acrecentaron una vez
llegados a Varanasi y, dado que lo divertido de un viaje es dejarse llevar por
los acontecimientos, decidimos pasar por Allahabad para visitar este evento.
La Kumbh
Mela es una peregrinación que reúne a todas las diferentes religiones hindúes en una de las 4 ciudades santas. Cada cuatro años se produce una Kumbh Mela en una de las
ciudades pero sólo una vez cada 12 se produce la gran reunión religiosa que
atrae a más de 100 millones de personas.
Nos
levantamos temprano y nos dirigimos a la estación de tren de Varanasi desde
donde salen los autobuses para Allahabad (100 inr 3h). De camino pude comprobar
que mi karma seguía todavía bastante sucio porque mi cámara de fotos, comprada
en España bajo todos los controles de calidad posibles decidió que ya había
viajado suficiente y se jodió. El karma es poderoso, yo me voy al mayor evento
religioso de la india donde voy a ver cantidad de gurus, sadus y santos
pintados vestidos de maneras coloridas y mi única cámara de fotos va a ser un
móvil. ¡Maldito karma!
Llegamos
a Allahabad sobre las 11 y hacía mucho calor, nos habían advertido de lo grande
e impresionante que era la Kumbh Mela pero la verdad es que por más advertidos
que íbamos no podíamos imaginar lo que estaba ante nuestros ojos. Cientos de
hectáreas cerca del Ganges cubiertas con tiendas de campaña y gente por todos
lados. Aquello era como un campo de refugiados de dimensiones épicas donde se
reunían por sectores todas y cada una de las religiones.
Después
de coger aire empezamos a caminar por entre las tiendas en dirección al río.
Por el camino nos encontrábamos a todo tipo de personajes santos. Gurus de
largas barbas y rastas ataviados con coloridas telas naranjas que te bendecían
a cambio de unas rupias. Sadus desnudos cubiertos de cenizas que se dedican a
meditar y rezar por toda la humanidad de diferentes formas a cada cual más
extraña. Vimos a los que habían jurado estar de pie durante el ciclo de 12 años
que dura la Kumbh Mela, al que siempre tiene el brazo en alto.
Al
llegar al río decidimos descansar porque el sol nos estaba destrozando. Allí el
ambiente era más festivo. Al igual que en Varanasi, la gente acudía a bañarse y
purificarse en el Ganges. De vez en cuando se veían comparsas de santos que
llegaban con carrozas y banderas y se bañaban todos juntos mientras el resto de
la gente se santiguaba al verles pasar.
Después
de una comida revitalizadora seguimos recorriendo y callejeando el campamento.
El espectáculo era increíble, los gurus de las tiendas te invitaban a que te
sentaras con ellos y te fumaras un canuto, los sadus te santificaban con sus
cenizas, de vez en cuando aparecían gritando grupos de santos a los que
rápidamente se les daba una especie de harina de arroz que las tiendas tenían
preparadas. Según se iba pasando la tarde se escuchaban más alto las
predicaciones de cada una de las “comparsas” el ruido empezaba a ser
ensordecedor, las luces de feria lo iluminaban todo y el campamento parecía que
se preparaba para una larga noche.
Nosotros
sin embargo, decidimos que empezaba a hacer frío y que lo nuestro no era dormir
en el suelo de una tienda junto a un tipo desnudo y que no sabías que
animalitos podía tener entre esa maraña de rastas. Así que volvimos a la
carretera principal y esperamos a que un autobús se parara y nos llevara de
vuelta a Varanasi.
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