Ante todo y sobre todo
agradecer a todos aquellos de vosotros que me habéis felicitado por las
diferentes vías posibles. Habéis hecho que mi cumpleaños fuera si cabe, más
especial.
Como ya escribí, el día de
mi cumpleaños amanecí entre montañas y dispuesto a seguir camino hacia
Bandipur. Con la nostalgia de acordarte en un día tan especial de tus seres
queridos, me monté en el primer autobús local que me llevaría hasta Abukhaireni
donde está el cruce con la carretera principal. Por el camino las vistas ya mi
iban alegrando el espíritu. Las gargantas y cortados se mezclaban con los
cultivos de arroz del valle y con el azul turquesa del río.
En Abukhaireni tocaba
cambiar de autobús y coger uno nuevo que me llevaría hasta Dumre desde donde
salía mi último autobús que me llevaría a Bandipur.
Como siempre lo que escribo
a continuación no se lo contéis a mi madre que sino no me deja seguir viajando.
Resulta que el autobús como
podéis ver era bastante pequeño y estaba lleno de gente local, algún que otro
turista, sacos de arroz, gallinas y demás artefactos que hacían imposible que
yo viajara dentro del mismo. Solución, pedir viajar en el techo. Evidentemente
el conductor no puso ningún impedimento y en menos que canta un gallo estaba yo
subido a lo alto de mi autobús dirección Bandipur.
La experiencia fue genial,
el autobús traquetea entre las curvas y subía montaña arriba mientras yo gozaba
de las mejores vistas del valle con el Himalaya de fondo y el sol brillando en
mi cara. Cada curva era una aventura al más puro estilo de rodeo americano y
cada repecho un alivio para poder sacar alguna que otra foto. Mi cumpleaños se
estaba poniendo interesante.
Después de unos 40 min.
Llegué a Bandipur, bajé de mi particular caravana del oeste y me encontré con
el pueblito más auténtico que he visitado hasta ahora en Nepal. Un pueblo
cerrado al tráfico, de calles peatonales limpias y todo tranquilidad. Los
edificios están muy bien conservados mezclando arquitectura local con estilos
más europeos. Los niños salen del colegio y juegan en las calles mientras te
saludan o intentan cambiar unas palabras contigo.
Encontrar alojamiento fue
fácil, quizás el haber llegado fuera de temporada también ha ayudado pero la
oferta de Guest Houses es amplia y hay sitios con cantidad de encanto como en
la que me he alojado con precios muy económicos. Heritage guest house 300npr
habitación con vistas al valle y baño compartido. Además les comenté que era mi
cumpleaños y me regalaron un candado nepalí. ¡Me encanta Nepal!
Allí me encontré con 3
nuevos amigos Flora, chica taiwanesa que viaja como yo con un compañero de
internet, Uri y Camilo dos chicos de Barcelona y Chile respectivamente. Como
sucede siempre entre viajantes nos pusimos a hablar e intercambiar historias y,
sin darnos cuenta, se nos echó la tarde encima. Uri conocía una buen lugar
para ver el anochecer y para allá que fuimos. Las vistas sobre el Himalaya eran
estupendas y la paz y tranquilidad mejores todavía.
Pero no penséis que mi karma
me iba a dejar disfrutar de mi cumpleaños. Él tenía que hacer acto de presencia
y por la noche, cuando me iba a lavar los dientes, me di cuenta que había algo
raro. Algo no encajaba en el puzle, había una pieza que faltaba. ¡Mi neceser! ¡Dios!,
me había dejado el neceser en Gorkha.
¡Me cago en la _ _ ta! ¡JODER, JODER,
JODER!
Pensaréis que es una
exageración ponerse así por haber perdido un cepillo de dientes, una pastilla
de jabón y un desodorante. Bueno si dijera que también en ese neceser van mis
maravillosos tapones para los oídos sin los cuales no puedo dormir y sobre
todo, mi ordenador de buceo que no me costó barato precisamente, la cosa ya
cambia un poquito.
A las 11 de la noche tuve
que buscar a los dueños de la Guest House que muy amablemente me ayudaron a
buscar el teléfono de mi hotel en Gorkha y, después de mucho insistir,
conseguimos ponernos en contacto con el vigilante quien me informó que hoy por
la mañana tendría que pasarme a buscar el neceser. Un pequeño inconveniente sí,
pero una vez más la amabilidad nepalí me ha sorprendido cuando el dueño de mi
Guest House se ha ofrecido a llevarme en su monto. Además, como no hay mal que
por bien no venga, durante el trayecto ha sido he podido volver a disfrutar de
las montañas, los colores y la naturaleza del valle. Una pasada.
Y mañana por fin a Pokhara,
ya os contaré que tal me va, por ahora ya he conseguido alojamiento gratis en
casa de una viejecita de 65 años. Además todo el mundo que me encuentro me dice
que el sitio es una pasada, incluidos dos españoles Topo y Fran, manchegos
ellos, que vienen de allí de subir corriendo hasta el campo base del Anapurna a
4200m. de altura. Son unas máquinas. Gente maja de verdad y no os perdáis su
proyecto social www.sonrisasymontanas.es
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