Dedicated to Normunds,
Inese y Zane de craciest latvians that I´ve ever met
Por fin después de toda la
noche en un bus más que mediocre el día 3 de diciembre llegamos a Sucre, la
capital de Bolivia. Y sin lugar a dudas podemos decir que fue la ciudad de
Bolivia que más nos gustó.
Llegamos
a Sucre por la mañana y una vez cogimos las mochilas salimos de la terminal de
autobuses y tomamos un micro que nos llevara al centro para buscar el hostal kultur Berlín porque nos lo habían
recomendado. Cuando llegamos allí el lugar nos encantó, el hostal estaba
genial, toda una casa colonial con 3 patios, muy limpio, un excelente ambiente
y cama en un dormitorio con desayuno incluido por 55$b.
Dejamos
nuestras mochilas en el hostal, nos pegamos una ducha y salimos a investigar la
ciudad. Enseguida nos dimos cuenta de que Sucre era una ciudad diferente a las
del resto de Bolivia
Fuera
por ser la capital o por su historia colonial, la verdad es que la ciudad
brillaba por todos sus rincones. La primera opción la plaza central de 25 de
septiembre y los monumentos y edificios que la rodeaban. Un paseíto rápido por
el centro porque no queríamos que se nos pasara la hora para ir al mercado
central a almorzar.
Como
en el resto de Bolivia, el mercado central no defraudó. Un lugar lleno gente,
color y vida donde puedes encontrar todo tipo de gente en su rutina diaria. En
este caso nosotros nos encontramos con un nativo boliviano recitando un libro
en quechua en voz alta. La escena me intrigó y quise saber más sobre el libro y
lo que el anciano decía así que me acerque a preguntarle.
La idea aunque en un
principio fue buena, no sirvió de mucho porque el caballero solo hablaba
quechua y aunque me señalaba el libro, me miraba y me hablaba, cuando se
dirigía a mí no podía entender nada de lo que decía.
Pero
el mercado central de Sucre no sólo hay que visitarlo por su colorido y su
gente sino que además es el mejor lugar donde comer bueno, en cantidad y muy
barato. Así que nos dirigimos al segundo piso donde se encuentran los comedores
y escogimos uno. La verdad es que da igual cual elegir porque todos son más o
menos iguales así que la mejor idea es darse una vuelta y escoger aquel que
tenga sitio en sus bancos y el cuál sirvan el plato que uno está buscando.
En nuestro caso lo teníamos claro íbamos buscando el famoso chorizo de Sucre. Un plato delicioso y muy barato, un plato con el típico chorizo de Sucre más ensalada, papas cocidas y una jarra de jugo de tamarindo, todo delicioso por 17$b.
Después
del festín volvimos a recorrer la ciudad para bajar la comida. Nos acercamos a
la casa de la libertad que, aunque su museo es un poco escaso, nos enteramos
que esa misma noche hacían un concierto fusión de música indígena y música
clásica. Luego pasamos por la catedral y nos acercamos a la iglesia de Neri donde
si te acercas al colegio contiguo y pagas una entrada de 15 $b. puedes entrar a
ver el patio y subir al mirador.
La verdad es que merece la pena, además hay un teléfono que te deja hablar directamente con Dios. Y luego una siesta que nos la habíamos ganado.
Cuando
despertamos de la siesta volvimos a la casa de la libertad para escuchar el
concierto. La verdad es que no era la orquesta filarmónica de Nueva York pero
la verdad es que la fusión de ambas tradiciones musicales a mí me gustó mucho.
Además la banda que tocaba la música tradicional boliviana iban vestidos con
trajes regionales y en uno de los temas marcharon hacia el público bailando al
son de su música fue una experiencia muy bonita.
Una
vez terminado el concierto fuimos a cenar a uno de los mejores lugares de
Sucre, el CaféCapital en la calle Aniceto Arce antes de llegar al mercado central. El
lugar es una tasca pequeña de dos pisos donde sirven deliciosos sándwiches y
mejores batidos. La estrella del menú es el submarino. Un sándwich de
proporciones épicas que, cuando llego a nuestra mesa pensamos que jamás
podríamos con él. Pero no habían pasado ni 15 minutos y ya nos estábamos
chupando los dedos. Y es que cualquier sándwich que se prepare en este café es
un bocado exquisito. ¡Y el jugo de maracuyá con leches es simplemente
excepcional!.
Al
día siguiente nos despertamos y bajamos a desayunar en el bufé del hostal que
la verdad es que no está nada mal tiene de todo. Allí coincidimos con un colega
suizo que conocimos en Santa Cruz y decidimos pasar la mañana juntos e ir al
museo colonial (20$b.) pensando que sería mejor que la casa de la libertad del
día anterior…error la verdad es que el museo estaba la mitad cerrado por obras
y la parte que quedaba abierta sólo tenía un montón de cráneos con agujeros,
alguna que otra momia y cuadros más modernos de pintores bolivianos. Pocas
explicaciones y poca inspiración la verdad.
Así
que después de nuestros minutos culturales volvimos a recorrer las calles de la
ciudad y para acabar comiendo otro chorizo en el mercado central y darnos un
capricho después en uno de los cafés de la plaza. Lo creáis o no el café costó
tres veces más que la comida.
Ya
en la tarde decidimos callejear hasta llegar al mirador la recoleta una plaza
en lo alto de la montaña donde, como su propio nombre indica, puedes ver toda
la ciudad. Una vez allí nos fuimos al café del mismo nombre que hay junto a la
plaza para tomarnos algo y disfrutar de las vistas y allí sentados
tranquilamente nos encontramos a nuestros amigos lituanos Normunds, Inese y
Zane. Nos quedamos charlando tranquilamente hasta la puesta de sol y luego
quedamos para vernos en nuestro hostal porque había una fiesta con bailes
regionales y ellos se querían pasar.
Nosotros
antes de la fiesta queríamos recargar las pilas así que volvimos a nuestro
querido CaféCapital para cenar y luego nos presentamos en la fiesta. Allí
encontramos a nuestros amigos lituanos con una copa así que nos sentamos en la
misma mesa y esperamos a que empezara el show.
Sobre
las nueve de la noche aparecieron los bailarines y nos sorprendieron a todos
con unos números realmente entretenidos. Yo tenía la idea de que iba ser una de
esas noches de folclore aburrido y la verdad es que me equivoqué por completo.
Los chavales lo hacían realmente bien. Bailaron cuatro piezas y a cada cual se
hacía más entretenida. Fue un principio de fiesta perfecto. A partir de ahí
empezamos nosotros a tomar las riendas. Primero tomamos un par de mojitos en la
hora feliz y acto seguido nuestros amigos lituanos propusieron bailar al son de
la música de los ochenta que el DJ estaba pinchando.
El calor de momento y las copas nos empujaron así que en menos que canta un gallo estábamos los cinco en la pista dándolo todo para deleite de todo el hostal que nos miraba como si estuviéramos locos. Y no era para menos porque nuestros amigos tenían una energía inusitada bailando, parecía que hubieran entrado en trance. Fue algo genial.
Sucre
Por
fin a las dos de la mañana subimos a la habitación y dejamos a Normunds, Inese
y Zane que siguieran con la fiesta porque nosotros teníamos que levantarnos al
día siguiente temprano para ir a Potosi.
Pero
eso, como siempre, será parte del siguiente post.
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