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jueves, 7 de noviembre de 2013

El desafío del Volcan Rinjani

Dedicado a Juanma, Susana, Raquel, Cati, Pepe, Eli y Nuestro amigo francés que nunca supe cómo se llamaba, por ser el grupo de escaladores con más buen rollo que pueda existir.

El cuatro de octubre salimos a las 8:00 am de Gili Air todo el grupo de españoles para coger el ferry público que nos llevaría a Lombok para empezar allí nuestra ascensión de tres días al volcán Rinjani.





El ferry nos dejó en el puerto de Bangsal. Una vez allí cogimos un coche de caballos que nos llevaría hasta la guest house donde nos reuniríamos con el resto de compañeros que harían la ascensión con nosotros. Por un lado estaba Eli, una chica alemana encantadora que había estudiado en Salamanca, hablaba perfectamente español y le encantaba España. Y por otro lado estaba un hombre francés muy majo de unos cincuenta años que se había retirado y estaba viajando por indonesia. No hablaba mucho inglés pero entre lo que chapurreábamos el resto de francés y el esfuerzo que hacía el por entendernos, logramos una comunicación de lo más divertida.




Con el grupo ya formado y una vez desayunados, nos dirigimos hacia Senaru donde se encontraba la oficina de la agencia que nos había preparado la excursión. Una vez allí dejamos nuestras mochilas grandes y preparamos una más pequeña con lo esencial para tres días. Ni que decir tiene que lo esencial en el caso de Juanma, Pepe y yo difería en mucho de lo que consideraban esencial Raquel, Susana y Cati. Cuando estuvimos listos nos acercamos en coche a la entrada del parque natural Gungun Rinjani y sobre las once de la mañana comenzamos el primero de nuestros tres días de excursión.






Lo primero que te llama la atención cuando llegas al parque natural es la cantidad de basura que hay desperdigada por el parque. Parece mentira pero en Indonesia no tienen mucha cultura medioambiental y todo el mundo tira la basura donde le parece. Así pues por el camino te encontrabas con la basura que tiraban los guías de las diferentes excursiones junto con restos de papel de wáter y plásticos varios que la gente iba tirando.




La ascensión fue más dura de lo esperado. Durante las dos primeras horas la mayoría del terreno era bastante empinado y el calor y la humedad ambiental hacían muy difícil caminar. Cati y yo íbamos en cabeza, machacados y con los pies hinchados por la subida, fuimos los primeros en llegar a la parada donde comeríamos. Allí esperamos a que llegara el resto del grupo y todos juntos nos sentamos todos a comer y descansar durante un par de horas.









Con las pilas cargadas de nuevo volvimos a la carga con nuestra ascensión. La ruta se hacía más dura con cada paso y la escalada cargaba nuestras piernas. El paisaje había cambiado  y ahora una tundra la que se hacía paso entre la espesa niebla y el frío empezaba a calar. 





Cati y yo volvimos a ponernos en cabeza y, después de cuatro horas andando con paso firme, por fin divisamos el campo base donde pasaríamos la noche. Como nos tocaba esperar a que llegara el resto del grupo decidimos subir hasta lo alto del pico para que cuando llegaran pudieran vernos fácilmente. Pero lo que no podíamos imaginar era lo que nos esperaba una vez allí. Resulta que sin nosotros saberlo el primer día la escalaba terminaba en el cráter del volcán y las vistas del mismo eran simplemente increíbles.






Fue uno de esos momentos en los que la mente se congela, la carne se te pone de gallina y los ojos no llegan a procesar tanta belleza. La tarde estaba a avanzada y los colores anaranjados iluminaban un enorme cráter que contenía en su interior un precioso lago azul que a su vez rodeaba el pequeño volcán que se había formado en la última erupción del Rinjani. Y por si fuera poco, al otro lado de la montaña un mar de nubes rodeaba el volcán.






Poco a poco fueron llegando los miembros del grupo, primero Eli y nuestro amigo francés, luego Susana que andaba sufriendo con su rodilla operada recientemente del cruzado y por último Pepe, Raquel y Juanma. A todos ellos se les iluminaba la cara y olvidaba el esfuerzo cuando contemplaba absortos las maravillosas vistas del volcán. Allí nos quedamos disfrutando del paisaje y la puesta de sol con el volcán Gungun Batur de fondo (Bali) hasta que llegó la hora de cenar y relajarnos disfrutando del mar de estrellas que se podían ver por la noche.







Al día siguiente nos despertamos temprano para nuestro segundo día de caminata. Después del té y el desayuno, recogimos nuestras cosas y nos pusimos en marcha, esta vez para descender por el interior del cráter hasta el lago donde hicimos nuestra primera parada para pegarnos un baño en sus heladas aguas.  hasta que llegó la hora de comer que volvimos a caminar hasta el otro lado del lago.








Tras del refrescante baño tocaba otro pequeño paseo hasta las termales para remojar los cuerpos hasta que salieron arrugados como pasas.






Después de la comida nos tocaba la parte más dura del día que era volver a subir la pared del volcán hasta llegar a la cima del cráter donde acamparíamos esa noche. Una vez más el camino fue duro pero la recompensa en forma de vistas y la maravillosa puesta de sol compensaron todo el esfuerzo de la jornada.













El tercer y más duro de todos los días comenzó muy temprano. A las dos de la mañana nos levantamos y preparamos para la dura ascensión. Desayunamos un té bien caliente que nos ayudaría a entonar nuestros cuerpos mientras que unas cuantas galletas servirían como fuente de energía para la dura ascensión.  Cuando terminamos de comer nos pusimos en marcha. Las linternas iluminaban el camino mientras que el frío intenso entumecía nuestros cuerpos. Si bien la noche anterior nos habían avisado de lo dura que iba a ser la jornada, ninguno imaginábamos hasta qué punto la montaña empujaría nuestros cuerpos hasta el límite.


La escalada se hizo eterna, no solamente por lo dura de la pendiente, sino porque el terreno era pura grava y esto hacía que los pies se hundieran como si arena de playa se tratara, con lo que cada paso hacia adelante suponía tres pasos hacia atrás. Yo sufrí especialmente este tramo y cada dos por tres daba con mis huesos en el suelo y me veía arrastrándome a cuatro patas entre las rocas para poder mantener una estabilidad mientras subía. . Cada paso se me hacía un mundo y cada tropezón minaba poco a poco mi moral.  A pesar de llevar guantes no sentía los dedos de las manos y como mis botas no son nada del otro mundo los dedos de los pies corrían la misma suerte.

Poco a poco la gente me iba adelantando y si no llega a ser por Susana que se quedó conmigo durante la última parte de la ascensión la verdad es que no se si lo hubiera conseguido. Así que desde aquí mi más sincero agradecimiento.



Caminamos durante tres durísimas horas hasta que el sol descubrió sus rayos por encima del horizonte. Si bien esto nos permitió subir los últimos metros con luz, el fuerte viento no nos daba tregua y mantenía nuestros cuerpos congelados. Por fin sobre las cinco de la mañana hicimos cima, Pepe, Susana y yo. El resto del grupo había logrado subir antes de la salida del sol y, después de hacerse las fotos de rigor, nos estaban esperando unos metros más abajo resguardados del viento tras unas rocas y cubiertos con un saco de dormir. Debido al fuerte viento, al frío y a que las vistas no eran gran cosa, no nos entretuvimos más que para hacernos las cuatro fotos de rigor y volver a bajar hasta el pequeño refugio donde estaba el resto del grupo.








Una vez recuperamos las fuerzas con unos tragos de agua y unas cuantas galletas Susana, Cati y yo empezamos a descender por la cresta del volcán en dirección al campo base, donde nos esperaba Raquel que había decidido no intentar la escalada ya que los días anteriores habían sido suficiente prueba para ella. El descenso fue muy divertido porque los pies se nos hundían en la grava del volcán y permitían que bajaras casi corriendo y que la grava amortiguara tus saltos. Además las vistas a cada lado del cráter eran algo espectacular.




Llegamos al campo base después de una media hora de descenso y lo primero que hicimos después de comentar la ascensión con Raquel fue meternos directamente en las tiendas a desayunar unas pancakes con té y dormir un rato porque estábamos destrozados. 

La siesta me sentó de miedo y, después de una media hora de sueño, los guías nos empezaron a despertar a todos para que recogiéramos las tiendas y empezáramos a descender camino hacia la aldea donde terminaba la excursión y nos recogerían con una furgoneta. Así que, por más que los nuestros cuerpos pedían una o dos horas más de descanso, volvimos a ponernos las botas y nos pusimos en marcha. Con el volcán vigilando nuestros pasos y con los monos como espectadores de primera línea empezamos el descenso y, como todos teníamos los cuerpos destrozados por el ejercicio, bajamos con máximo cuidado para no dejarnos los dientes en alguna caída tonta, o los tobillos por una torcedura ingrata. Bueno todos excepto Pepe que decidió comprobar si la ley de la gravedad era tan cierta como la pintaban y además al pobre las ampollas le destrozaron los dedos de los pies por tenerlos mal hechos de fábrica y no poder pisar bien.






El paisaje era mucho más seco y diferente al que pudimos ver en la ascensión. De vez en cuando cruzábamos por cauces que habían sido formados por los ríos de lava y que ahora servían para canalizar el agua torrencial de la época de lluvias. Como siempre a media mañana volvimos a parar para comer nuestro último arroz frito con verdura y descansar las piernas.








Tras cinco horas de descenso por fin llegamos sanos y salvos al destino final en el pequeño pueblo de Lawang, bueno menos el pobre Pepe se había destrozado los pies con las ampollas y tuvo que hacerse un remiendo con las chanclas del guía local y la ayuda de Cati y Susana. 




Cuando estuvimos todos una furgoneta nos llevó a la oficina donde habíamos dejado el primer día nuestras mochilas. Una vez allí nos lavamos un poco la cara, relajamos y enseguida volvimos a montarnos en el coche con destino a Kuta lombok donde pasaríamos los próximos días disfrutando de la playita y el surf. Pero eso será parte de mi próximo post.

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