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viernes, 18 de octubre de 2013

Un barco hundido, un reencuentro con viajeros y vuelta a Ubud disfrutando en una excelente ruta en moto

El 25 de septiembre a las siete de la mañana ya estaba en pie y preparado para mi primera inmersión explorando un pecio hundido.


Nada más levantarme me acerqué a desayunar con el resto de la gente y allí conocí al que iba a ser mi guía, un chico local que no aparentaba más de veinte años y a mis compañeros de inmersión, una pareja alemana de lo más simpática. Tomamos un café tranquilamente, preparamos los equipos y nos montamos en la furgoneta para acercarnos a la playa para realizar la primera inmersión en lo que se denomina el libertý wreck. Se trata de un buque de la segunda guerra mundial con más de 100 de eslora incrustado en los corales y rodeado de miles de peces de todos los tipos y colores.

La inmersión fue perfecta, algo increíble, la sensación de explorar un trozo de historia sumergida en el océano y cubierta de vida fue algo sobrecogedor. La manera de bucear era algo más técnica porque teníamos que salir y entrar por entre el casco del buque y eso hacía tuviera que regular bien mi flotabilidad para no andarme dándome golpes con las paredes cubiertas de corales. Pero el esfuerzo mereció mucho la pena, no sólo por la cantidad de peces que pude ver sino por la belleza del barco sumergido.

Salimos del agua y todavía con el subidón, esperamos una hora en superficie y fuimos a cambiar el equipo para la segunda zona de buceo. Se trataba de coral garden una zona de coral blando repleta de peces y que además guardaba el fuselaje de un avión que había sido invadido por el coral y ahora era el hogar de miles de arrecife. La última inmersión fue en la denominada “drop off”. Una pared de coral que empieza en cinco metros y baja verticalmente hasta los cincuenta. Después del liberty esta fue para mí la mejor de las inmersiones. La cantidad de corales de diferentes colores era increíble y la diversidad de peces algo espectacular. Era impresionante verse rodeado de tanta vida.

Terminamos de bucear sobre las tres de la tarde y fui a la escuela de buceo a descansar y conectarme un rato a internet. Cuando estaba comiendo recibí un mensaje de Raquel, una de las chicas que conocí en Yoyakarta, diciéndome que ella y Susana estaban disfrutando de la playita en Amed, que era el siguiente pueblo situado a diez minutos en moto de Tulamben, que era donde yo estaba. Así que no me lo pensé dos veces y después de hacer el check out, agarré la moto y me fui a reunir con las chicas.

Amed es un pequeño pueblecito costero muy tranquilo y  donde poder disfrutar de sus playas de arena negra tranquilo y relajado mientras se ve el sol posarse tras el Gungun Agung. Pasamos la tarde contándonos nuestras peripecias desde la última vez que nos vimos en Yoyakarta. Ellas habían visitado el volcán Bromo en Java y al llegar a Bali decidieron ir al norte por Pemuteran donde pasaron unos días disfrutando de la playita y después alquilaron un coche para recorrer todo el norte de la isla y que les dejara en Amed. Llegada la noche fuimos a pegarnos una ducha y a cenar en un pequeño guarung Barracuda envuelta en hoja de banana.







Al día siguiente desayunamos tranquilamente y planeamos nuestra ruta a Ubud juntos. Como Susana y Raquel ya no tenían taxi harían su ruta hasta Ubud en bemo parando en cada uno de los sitios que les quedaban por ver, mientras que yo iría con la moto en sentido contrario por el norte de Bali para encontrarnos en Ubud.

Sobre las diez de la mañana me despedí de las chicas y empecé mi ruta por la carretera que rodea la costa norte de la isla. La primera parte de la travesía transcurriría desde Amed hasta Sririt, parando aquí y allá para ver los templos construidos a lo largo de la costa y las fuentes termale de Sririt. La  primera impresión en ruta es la gran diferencia de paisaje entre el sur de la isla, verde y lleno de vegetación y esta otra zona mucho más seca y rocosa. No obstante el camino es agradable y hay muchos sitios donde parar para comer o descansar.






Cuando llegué a Seririt giré hacia el interior y me encaminé hacia munduk por una carretera secundaria subiendo la montaña hasta llegar a los lagos de Danau Tamblingan y Danau Buyan. Las vistas de los campos y los valles eran espectaculares, el paisaje volvió a cambiar al verde que estaba acostumbrado y la temperatura bajo increíblemente hasta el punto de tener que ponerme la térmica y el forro polar.





Continué mi camino dirección sur hasta llegar al lago Danau Bratan para ver el templo Pura Ulun Danau Bratan. Un templo elegante e importante templo hinduista-budista del S.XVII  que merece la pena visitar. Y si te haces el loco y entras decidido puede que te pase como a mí y no tengas que pagar la entrada.




Terminé mi visita al templo sobre las cuatro de la tarde y ya se estaba haciendo tarde así que tenía que pensar en cómo volver a Ubud. Según mi mapa tendría que bajar hasta casi el extremo sur de la isla para luego poder subir por la carretera que conectaba por Ubud. Pero como eso me iba a llevar más de un día de viaje y sinceramente no estaba por la labor de tirarme todo el día en la moto, pregunté si había un atajo que conectara la zona de Danau Bratan con la zona de Kintamani. Afortunadamente había una deliciosa carretera secundaria que cortaba horizontalmente el valle y unía las dos carreteras principales. Con lo que pude disfrutar de una travesía en moto fantástica cruzando pueblecitos, campos de arroz y cultivos de flores.





El viaje en moto se fue más largo de lo esperado y se me hizo de noche a la al llegar a kintamani con lo que la última parte de mi travesía fue bajo la bruma de la montaña y un frío infernal. Lo bueno es que podías parar de vez en cuando por los diferentes pueblecitos a tomar un café caliente o un bakso picantito que te recargara las pilas.



Por fin sobre las ocho o nueve de la noche llegué a la guest house donde había quedado con Raquel y Susana que ya habían llegado después de una larga odisea de bemos. Con el cuerpo molido por la moto dejé mis cosas en la habitación y bajamos al restaurante de la guest house a cenar unos riquísimos rollitos de verdura con setas y contarnos la aventura de nuestras diferentes travesías.

Al día siguiente como yo ya conocía Ubud decidí quedarme en la guest house  a descansar y actualizar un poco mi blog mientras que Susana y Raquel daban sus primeros pasos por la ciudad y se encontraban con Pepe, un compañero de trabajo de Susana que también estaba de vacaciones en Indonesia y que desde ese momento se uniría al grupo de viajeros. Disfrutamos del día juntos y como colofón nos fuimos a cenar a un restaurante japonés que había en el centro de Ubud.  Con los estómagos llenos de shushi y makis Raquel se fue a dormir mientras que el núcleo duro de la fiesta Pepe, Susana y yo nos fuimos a tomar unas cervecitas y escuchar un poco de música en directo al regge bar que está en frente del campo de futbol de Ubud.


Tras varias cervezas y anécdotas varias decidimos irnos a la cama ya que al día siguiente cada uno tenía que seguir su viaje por Bali en diferentes direcciones. En mi caso dirección sur hacia Nusa Lembogán donde volvería a Bucear esta vez con matas de arrecife. Pero eso será parte de mi próximo post. 

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