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jueves, 14 de marzo de 2013

Filipinas, cruzando la frontera por los pelos

Ya estoy en Filipinas donde llegué en la madrugada de ayer no sin antes saber si iba a poder entrar en el país o no. La verdad es que cuando salí de Bangkok estaba un poco acojonado porque no sabía si esta aventura iba a salir bien o si de esta me deportaban para España.


El problema era el siguiente, Filipinas deja entrar en el país a los españoles con un visado gratuito de turista de 21 días que te sellan en el aeropuerto. Pero para que puedas entrar en el país te obligan a presentar un billete de vuelta o salida de Filipinas a otro país. Mi problema era que el billete que yo había comprado excedía esos 21 días del visado de turista y había leído en varios foros que los oficiales de inmigración podían llegar a ser un poco cabrones. ¡A mí me lo iban a decir!

El caso es que yo hice mis consultas en la embajada de Bangkok y me dijeron que no tenía por qué haber problemas pero tampoco me aseguraban nada. Así que con esta pequeña intranquilidad me subí en el avión. La parte buena del viaje es que conocí a una familia filipina muy maja con la que estuve charlando todo el viaje y que se ofrecieron a llevarme en coche a la parada de autobús cercana a donde ellos vivían y desde donde salían autobuses cada hora hacia Baguio. ¡Cómo me gusta conocer gente buena!

Llegué a Baguio tempranito y, como no eran horas de llamar a mi contacto de couch surfing me metí en un Starbucks a tomarme un desayuno y conectarme a internet. Cuando vi que era una hora decente para que Cherry se hubiera levantado para ir a trabajar la llamé por teléfono. No hubo respuesta ni esa, ni las otras 50 veces que marqué su número a lo largo de la mañana. Así que decidí buscar un hotel donde poder pasar la noche.





Una vez instalado en mi habitación decidí dar una vuelta por Baguio. La verdad es que, para ser mi primera  toma de contacto con Filipinas, la ciudad de Baguio no debe ser un mal comienzo. Aunque ofrezca una imagen ruidosa y destartalada, no es una ciudad excesivamente grande pero tiene todo lo que puedes necesitar en un momento dado. Durante mi paseo pude cruzarme con los jepenes que es el principal medio de transporte en Filipinas, me acerqué al parque principal de la zona a ver lo escandalosos que son los filipinos cuando se montan en las barcas y también me acerqué por el gran mercado central donde se venden todo tipo de cosas.








El paseo no duró mucho porque la verdad es que estaba hecho polvo del viaje y necesitaba descansar, así que me acerqué al hotel no sin antes de camino acercarme a jugar un poco al baloncesto con unos chicos en unas canchas cercanas.




Hoy me he levantado con la confusión de como planear mi ruta ya que las comunicaciones no son muy buenas. Me he acercado a la oficina de inmigración a extender mi visado y por último he cogido un autobús hasta Saga donde empezaré mi ruta por las terrazas de arroz.




La verdad es que el recibimiento ha sido genial, me he unido a un grupo de ingleses y neo zelandeses bien majos y hemos estado cenando y tomando unas cervezas. Por lo que he podido comprobar esta zona es  muy tranquila y el ambiente relajado. Mañana hemos quedado todos para hacernos un trekking por la zona. Pero eso ya os lo contaré en el siguiente post…


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