Tras unos días de necesaria aclimatación a las alturas en la ciudad de La Paz el día 18 nos dirigimos al
lago Titicaca.
Para lo cual caminamos hasta el cementero cerca de la parada del
teleférico rojo donde cogeríamos un bus (18$b.) hasta Copacabana, que es el
pueblo a las orillas del lago desde donde parten los botes para ir a la isla
del Sol.
El viaje fue tranquilo admirando
horizonte nevado de las montañas de los andes. Al cabo de unas cuatro horas
llegamos San Pablo de Tiquina una población situada en el estrechamiento entre
el lago Huyñaymarka y el lago Titicaca. Una vez allí nos pidieron que nos
bajáramos del bus para cruzar al otro lado del lago en una barca mientras que
el bus lo haría en una barcaza. Pero como nosotros vimos que allí no se movía
nadie decidimos seguir la corriente y no bajar y evitar así el coste del
billete. ¡Dicho y hecho! Si no te bajas no te cobran.
Una vez al otro lado recorrimos
durante treinta o cuarenta minutos más y por fin llegamos a Copacabana sobre una
de la tarde. Situada al sur del lago Titicaca, Copacabana es un pequeño pueblo
que, aunque en su momento fue centro de peregrinos, ahora es más lo que a mí me
gusta llamar “pueblo lonely planet”. Es decir una pequeña villa llena de
tiendas de suvenires, tiendas de comida, hostales y servicios para mochileros.
Y no es para menos ya Copacabana es el centro neurálgico para los viajeros que
cruzan el lago para ir o venir de Perú a Bolivia y viceversa.
El autobús paró en la plaza
principal en frente de la iglesia y desde allí sólo tuvimos que bajar la calle
hasta llegar a la playa principal donde se encuentran las casetas que venden
los tickets para viajar a la isla del sol. Existen dos alternativas, o un
billete de ida a la zona sur (20$b.) que es la opción que nosotros compramos. O
la opción de ir a la zona norte por (25$b.).
IMPORTANTE: No te avisan pero al llegar a la
isla tendrás que pagar un impuesto turístico revolucionario. Si se llega a la
parte sur el impuesto es de (5$b.) y si es a la parte norte será de (15$b.).
La isla en la época inca era un
santuario con un templo con vírgenes dedicadas al dios Sol o Inti y de ahí su
nombre. La mayor parte de la isla está poblada por indígenas de origen quechua y aymara,
dedicados a la agricultura, el turismo, artesanía y el pastoreo. Los idiomas
que hablan son las lenguas ancestrales, como el quechua yaymara, como también el español.
Cogimos el que salía a las 13:30-14:00
sale de Copacabana y desembarcamos en la zona sur de la Isla Sol. Después de
pagar los cinco bolivianos de turno, subimos por la escalera del inca para
buscar alojamiento en la cima de la montaña ya que allí hay más opciones y
pensamos sería más barato. Cosa más fácil de decir que de hacer porque por un
lado está la variable de la altura, el lago está situado a unos 3800 metros de
altura, con lo que subir la escalinata de yumani para acceder a la cumbre se
hacía una tarea titánica y por otro lado si bien hay mucha oferta de
alojamiento, los precios son estándares en toda la isla y una habitación
sencilla pero cómoda con baño compartido está por 25$b. persona.
Una vez alojados en nuestro hostal decidimos seguir
recorriendo un poco más de la isla y subir hasta la cima para contemplar las
fantásticas vistas desde el mirador. Pero poco tiempo más tuvimos para hacer
cosas porque después de la pequeña caminata nuestros cuerpos estaban agotados
y, tras una riquísima cena de sopa de maíz y omelete nos fuimos directos a la
cama.
Al día siguiente nos levantamos
bien temprano porque teníamos idea de recorrer el norte de la isla y coger allí
el bote que nos llevara de vuelta a tierra firme. Empezamos a caminar
lentamente para que el mal de altura no hiciera de las suyas y a disfrutar de
las vistas que ofrecía la isla desde su cumbre.
No habíamos caminado ni quince
minutos caminando cuando llegamos a un puesto donde había un pequeño hombre
indígena que nos pedía 15$b. por seguir caminando. Esto no nos hizo mucha
gracia porque ya habíamos tenido que pagar 5$b. al entrar en la isla y no
entendíamos porqué teníamos que volver a pagar otra vez. Pero esas son las
reglas de la isla si quieres visitar el sur son 5$b. y si quieres ir al norte
son 15$b. Así que después de renegar y renegar, tuvimos que aceptar y pagar para
seguir caminando. Pero la verdad es que mereció la pena porque el norte de la
isla es donde se encuentran las mejores vistas.
Especialmente cerca de las ruinas
del la Chinkana o
laberinto, construidas en la cima de la parte norte de la isla mirando hacia
una playa espectacular.
Después de mojarnos un poco los pies y descansar de la
caminata volvimos a ponernos las botas y seguir caminando. Pero fue ahí donde
empezó nuestro calvario. Como he escrito más arriba nuestro plan era recorrer
la isla y coger el bote que salía a la 13:30 h. de la parte norte de la isla. Como
íbamos con tiempo relajamos nuestro paso pero, al llegar al punto donde se
supone que debíamos coger el bote y preguntar, nos informan que no es allí sino
que teníamos que rodear la loma de la montaña que teníamos enfrente. ¡Dios! La
13:00 y todavía teníamos que rodear la montaña, o apresurábamos el paso o no
llegaríamos.
Con la lengua fuera y los
pulmones en la mano rodeamos subimos y bajamos la montaña para llegar, a las
13:30, al que tendría que ser el lugar donde se cogían los ferris de vuelta
para Copacabana. Para asegurarnos volvimos a preguntar y fue entonces cuando
quisimos morir. ¡Resulta que habíamos andado de más y que el muelle estaba
donde habíamos preguntado la primera vez! -¿Pero cómo podía ser? Si allí nos
habían indicado que era más adelante. Nos entraron ganas de matar a alguien…y
lo peor de todo es que de la zona norte ya no salían más ferris. Si queríamos
volver tendríamos que rodear de nuevo la isla para llegar a la zona sur desde
donde salía el último ferry a las 16:00.
Con la rabia en el cuerpo pero la
determinación de salir de aquel infierno empezamos a caminar con paso firme
colina arriba destino al muelle sur de la isla. El camino fue duro y con la
falta de entrenamiento llegamos a nuestro destino como muñecos de trapo, pero
con tiempo para relajarnos y tomar el ferry de las 16:00h.
Ya en Copacabana dimos una vuelta
para elegir el autobús que nos llevaría de vuelta a La Paz. Aunque durante el viaje tuvimos una paradita de control de lo más interesante.
Ya por fin sobre las 22:00 llegamos a La Paz donde descansaríamos una noche antes de volver a viajar esta vez con destino a Rurrerabaque por la famosa carretera de la muerte.
Pero eso como siempre será parte del siguiente post.
Ya por fin sobre las 22:00 llegamos a La Paz donde descansaríamos una noche antes de volver a viajar esta vez con destino a Rurrerabaque por la famosa carretera de la muerte.
Pero eso como siempre será parte del siguiente post.
No hay comentarios:
Publicar un comentario